Los Audífonos y la Calidad de vida

El sentido de la audición es básico para la calidad de vida de cualquier persona, y el deterioro, o pérdida, de este influye en de manera negativa tanto en la persona que lo padece como en su entorno.

Las dificultades comunicativas que provoca la hipoacusia generan un importante sentimiento de frustración que puede desembocar ansiedad, depresión y terminar en el aislamiento social y laboral. 

Existen diferentes maneras de paliar esta dolencia, y con ello evitar la mayoría de estas situaciones, y la más frecuente es el uso de dispositivos auditivos auxiliares como los audífonos.

En el Centro Auditivo Torrevieja, y tras una revisión auditiva completa, es posible encontrar el audífono adecuado para atender la hipoacusia a medida de las necesidades de cada persona.

¿Cuál es el impacto en la calidad de vida de los audífonos?

La pérdida auditiva es una afección que puede ser congénita o adquirida y que afecta tanto a niños como a adultos y dependiendo de su grado la calidad de vida se ve comprometida con mayor o menor intensidad pero siempre perjudicándola.

Los dos grandes grupos en que se puede dividir la población que padece esta dolencia consiguen gracias a la utilización de los audífonos mejorar notablemente su vida, aunque de diferente manera. 

Hipoacusia infantil

Los tres primeros años de vida son determinantes en el desarrollo normal del niño, y si este sufre de una carencia auditiva no va a ser como el de otro que no la sufre. 

El porqué de esto se encuentra en que al no ser capaz de procesar los sonidos, el aprendizaje de las habilidades normales que se adquieren durante el crecimiento, como por ejemplo el habla, se dificultan e incrementan de forma exponencial a medida que pasa el tiempo.

La detección precoz permite que se inicie el tratamiento adecuado para mitigar los problemas que pueden llegar a afrontar estos niños y que con toda probabilidad le marquen de por vida.

La calidad de vida de estos no se puede medir por el mismo rasero que la de un adulto, ya que en estas edades se encuentran aquellos que no han oído nunca y los que han perdido la audición debido a diversas circunstancias. Por ellos el impacto positivo del uso de audífonos es posible observarlo desde estas dos situaciones.

El niño que nunca ha oído, además de no tener memoria auditiva, puede no ser consciente de que le falta algo o, por el contrario, sufrir mucho al ver que el resto vive en un mundo al que él no tiene acceso. 

Por tanto, cuando escucha por primera vez la reacción no es predecible y puede ir desde un asombro que le haga sentirse bien a un miedo atroz a lo que le rodea. El inicio en la audición debe ir siempre acompañada de especialistas que sepan cómo ir adaptando los audífonos, ya que deben aprender una nueva forma de comunicarse totalmente desconocida para ellos. La adaptación suele ser muy rápida, si no median otros obstáculos, y en la mayoría de los casos se observa como el niño comienza a desarrollar fácilmente las habilidades que hasta ese momento no había logrado.

En el caso de los niños en que la pérdida auditiva es sobrevenida y ya tienen memoria auditiva, además de a la recuperación de esta, hay que enfrentarse a su estado anímico. Pasan por un proceso inverso, es decir, han vivido en el mundo de los sonidos, entrado en el del silencio y retornan al primero gracias a los audífonos pediátricos, lo cual, dependiendo de su madurez, puede resultar desconcertante. 

Este desconcierto suele dar paso a una etapa en la que la comunicación vuelve a ser la que tenían y su evolución social y escolar la adecuada a su edad; aunque es importante para su total integración que esto siempre vaya acompañado de una estimulación auditiva y oral, ya que la manera de oír no es similar a la que recuerdan.

En ambos casos resulta más que evidente que la recuperación de la audición es positiva en todos los aspectos; puesto que un niño que no oye es difícil que se integre por completo en una sociedad en la que no todos conocen el lenguaje de signos ni están preparados para hablar de manera que el niño sordo pueda leer sus labios. 

Hipoacusia en adultos

En el ámbito de las personas que pierden la audición pasada la infancia cabe distinguir entre los que la sufren casi llegando a la vejez de los que la padecen más jóvenes.

Casi siempre se da por hecho que la sordera es inherente al paso del tiempo, y no es algo que ocasione graves trastornos, cuando en la realidad sucede todo lo contrario.

Una persona anciana que no oye corre muchísimos más riesgos en su día a día que aquel que oye bien, por esto la salud auditiva en esta etapa de la vida es fundamental para que su calidad de vida no caiga en picado.

Es sorprendente ver como reacciona un anciano cuando vuelve a escuchar con el uso de los audífonos las voces de sus familiares o amigos; o los sonidos que daba por olvidados.

Esto repercute de manera favorable tanto en su actitud frente a los demás como en su propia autoestima y permite que su vida sea todo lo autónoma y placentera que desean y necesitan.

Para los jóvenes o adultos que sin llegar a la vejez se ven en la tesitura de tener una pérdida auditiva, el choque es si cabe aún más fuerte. Además de ver disminuidas sus capacidades ven en peligro su crecimiento personal en una etapa en la que está en pleno desarrollo. 

En estos casos, y dependiendo del grado de sordera que se tenga, su origen y posible evolución, se hace imprescindible el empleo de prótesis auditivas para poder continuar llevando una vida normal. 

Los audífonos hoy en día tampoco suponen ya un problema estético, cosa que a estas edades es bastante importante. Aunque deban ser retroauriculares, para paliar una sordera severa, dado que son los más grandes y con mayor potencia, el diseño del que gozan en la actualidad los hace casi imperceptibles.

La pérdida de audición es algo a lo que hay que dar prioridad cuando comienza a notarse, ya que su evolución interfiere para mal en la vida de cualquiera que la padezca. El uso de audífonos no solo devuelve la calidad de vida que se haya perdido, sino que incluso puede mejorarla, pues puede que hubiera aspectos en los que repercutía la sordera y que, quizás, ni se habían tenido en cuenta.

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